Los campamentos de la misericordia: los campamentos de la libertad.


Y Dios se hizo el encontradizo para un puñado de jóvenes de nuestra Parroquia de Santa María, la mayor y ciertamente, les tocó el corazón. 

Esta es la sensación con la que volvimos a casa, hace hoy una semana, cuando todavía resonaba en nuestros oídos, los cantos y las risas, y en nuestro corazón, la Palabra de Dios que nos llevaba conocer, reflexionar y poner en práctica, las obras de la misericordia.

Durante esos cinco días, del 10 al 15 de julio, la Casa de la Hermandad del Rocío de Córdoba, se convirtió en una gran escuela de virtud, en una gran academia de la misericordia en la que, casi 40 jóvenes se encontraron con otros 40 procedentes de Villanueva de Córdoba. Y así, de esta guisa, gracias a los trabajos, la dedicación, desvelos, horas robadas al sueño y sobre todo, ilusión infinita de la Escuela Diocesana de Tiempo libre y Animación "Gaudium" en sus monitores y responsables, se produjo el milagro.

Hubo de todo: catequesis, la celebración de la Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia, momentos de Sagrario, juegos "tribales" y "terroríficos", talleres, incluso ejercicios de responsabilidad en la limpieza, el orden y el mantenimiento. Lo que no hubo fue desconsuelo, desesperanza; no hubo lugar a la tristeza y sí al cariño y la ternura. Hubo respeto, reflexión, madurez, firmeza en las convicciones que nos hacen ser lo que somos, cristianos por la gracia de Dios, pues, si de algo carecimos fue de  protagonismos y protagonistas.

No se necesitó un despliegue de medios imposible, ni un aparatoso escenario de luces, músicas y oropeles como otras veces: las luces eran las que salían de los ojos de esos chavales, quizá no los más buenos ni más santos, que no hacían más que abrazarse y llorar el último día así como de dar gracias a Dios, por esos benditos momentos, que les hicieron escapar de situaciones que a más de uno, no pusieron los pelos de punta al contemplar cómo un alma tan joven pudiese soportar tanto sufrimiento. No hizo falta obligar a nadie, vinieron libremente los que Dios quiso que vinieran...por eso, y porque en nuestra debilidad Él se hace fuerte, este campamento será recordado para siempre en los corazones de los jóvenes de la Parroquia de Santa María, la Mayor de Baena.


Por mi parte tengo que reconocer que en algunos momentos me sentí solo debido, ciertamente, a mi falta de confianza en la Providencia de Dios: pocos fueron los que quisieron o pudieron acompañar a estos jóvenes, pero los que fueron, vinieron con más de lo que dieron. Bendito sea Dios que no deja nunca de sorprendernos pues con pocos, poquísimos, el hizo tanto, tantísimo. Puedo decir, con San Juan Bosco, que "Ella lo ha hecho todo" pues desde el principio puse este campamento en sus manos de Madre y como siempre, no me ha defraudado; es más, me ha enseñado a confiar más en Dios y menos en los medios humanos.

Solo nos queda dar gracias a Dios y sobre todo, ver en el horizonte a donde nos lleva la voluntad de Dios, a quién no señala para predicarles el Evangelio: el barco ya está en marcha solo nos queda gritar a todos los que quieran oír "¡¡Todos a bordo!!"con la convicción cierta de que Boabdil, ya no va a llorar más por la Alhambra.

Con todo afecto y  mi bendición.

P. Juan Laguna Navarro.
Párroco de Santa María, la Mayor de Baena.




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